La estética de lo cotidiano se concentra en una nueva
visión, una contemplación sobre objetos que carecían de un profundo análisis, se
propone como una revalorización de lo que se considera aburrido y rutinario.
En los constantes cambios de la ejecución artística y más alejados del romanticismo de lo bello, surge
para prevalecer como una nueva mirada del yo para revitalizar lo primario y
fundamental, ciertamente más cercano al sentido común. Según Bourriaud (2000: 39):
“Todos los elementos, tomados de
cualquier parte, pueden ser objeto de nuevos abordajes. [...] Todo puede
servir. Es obvio que no solamente podemos corregir una obra o integrar diferentes
fragmentos de obras perimidas dentro de una nueva, sino también cambiar el
sentido de esos fragmentos y alterar de todas las maneras que se consideren
buenas lo que los imbéciles se obstinan en llamar citas".
Bourriaud, N. 2004, Postproducción, la cultura como escenario: modos en que el arte
reprograma el mundo contemporáneo, Buenos Aires: Adriana Hidalgo.
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